viernes, 16 de diciembre de 2011

POESÍA AMOR GÓTICO Y VAMPÍRICO

 Amor Muerto.


Nunca llores por un Amor muerto,
Ya que rara vez el Amor es verdadero.
Él cambia sus ropas del rojo al azul,
Y del más brillante azul al rojo,
El Amor ha nacido a una muerte temprana,
Y su realidad es apenas un despojo.

Entonces no ancles tu sonrisa
En su pálido rostro descarnado,
Para exhalar el más profundo de los suspiros.
Las palabras justas en labios sinceros
Pasarán, y sin dudas morirán;
Y tu estarás solo, mi querido,
Cuando se desaten los vientos invernales.

Nunca lamentes aquello que no puede ser,
Pues este Dios no regala dones.
Si este pobre sueño de amor fuese nuestro,
Entonces, querido, estaríamos en el Cielo,
Pero aquí sólo hay campos muertos,
Donde el verdadero amor jamás es cierto.






UNA  LAPIDA


Lejos de la iglesia cava su tumba,
En un montículo verde detrás de las hojas,
En el oeste y el ocaso, en un mar de nubes rojas,
Allí erige su roca húmeda,
Con letras y números mortales,
Un arpa y un manojo de flores
Cortando en la tarde todos los colores;
Entonces la deja libre en los vientos que soplan,
Al paciente musgo que se arrastra, que devora,
La abandona en las alas errantes,
En los pasos furtivos de los caminantes.






EL VERDADERO AMOR PASA


Mis sedas y mi fino atuendo,
mis sonrisas y mi aspecto lánguido
el amor se lleva
y el lúgubre y flaco desaliento
me trae tejos para adornar mi tumba:
tal es el fin que los verdaderos enamorados hallan.

Su rostro es bello como el cielo
al abrirse los briosos capullos.
Ah, ¿porqué le fue dado
un corazón que es helado invierno?
Su pecho es la venerada tumba del amor de todos,
a la que acuden los peregrinos de la pasión.
Traedme pala y hacha:
traed mi mortaja.
Cuando haya cavado mi fosa
dejad que azoten los vientos y las tempestades;
en la tierra yaceré, frío como la arcilla.
¡El verdadero amor pasa!



EL VIENTO DEL DOLOR

El Fuego del Amor ardía tan débilmente,
Que en la oscuridad apenas veíamos sus reflejos,
Y en la luz de los días plácidos y perfectos,
Sólo brillaba el eco lento de sus brasas.
En vano, para deleite del amor,
Intentamos lanzar nuevos placeres
En aquella pira hecha de calor:
A través del impasible aire de la vida,
Hemos perdido el fuego radiante
Que una vez nos habitó.

Luego, en la noche, en la penumbra triste,
Amargada por el dolor más negro,
Cubierta con la pálida niebla de mis lágrimas,
Nos unimos en un abrazo tembloroso,
Cruzando aquel abismo oscuro de salados cristales,
Sobre la vida tranquila llegó el Viento del Dolor,
Agitando la moribunda llama de nuestro amor.



SOBRE LA MUERTE

I.
¿Puede la Muerte estar dormida, cuando la vida no es más que un sueño,
Y las escenas de dicha pasan como un fantasma?
Los efímeros placeres a visiones se asemejan,
Y aun creemos que el más grande dolor es morir.

II.
Cuán extraño es que el hombre sobre la tierra deba errar,
Y llevar una vida de tristeza, pero no abandone
Su escabroso sendero, ni se atreva a contemplar solo
Su destino funesto, que no es sino despertar.



SOBREVIVI LA NOCHE

De algún modo sobreviví la noche
y entré en el día.
Al salvado le basta su salvación
aunque no sepa el cómo.

Así tomo mi lugar entre los vivos,
como alguien me escoltase,
candidata al azar de la mañana
pero citada con los muertos.



EL VAMPIRO

En el regazo de la tarde triste
yo invoqué tu dolor... Sentirlo era
Sentirte el corazón! Palideciste
hasta la voz, tus párpados de cera

Bajaron...y callaste...Pareciste
oír pasar la muerte...Yo que abriera
tu herida mordí en ella -¿Me sentiste?-
¡Como en el oro de un panal mordiera!

Y exprimí más, traidora, dulcemente
tu corazón herido mortalmente;
por la cruel daga rara y exquisita
de un mal sin nombre, ¡Hasta sangrarlo en llanto!
y las mil bocas de mi sed maldita
tendí a esa fuente abierta en tu quebranto

¿Por qué fui tu vampiro de amargura?
¿Soy flor o estirpe de una especie oscura
que come llagas y que bebe el llanto?










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